Pasión y serenidad
Marcada desde su nacimiento por el mar, Beatriz Burmester nació muy cerca de Cariló y vivió en la ciudad de Mar del Plata. Desde aquellos tiempos infantiles, el mar, la arena, el cielo y la línea del horizonte sellaron su vida. Es con ese trazo que Beatriz comienza sus trabajos. La contemplación estimula a transponer el límite fijado por la naturaleza e invita a añorar ...distintas posibilidades, la pintura evoca así el anhelo por alcanzar nuevos horizontes. Para esto, lo ubica por sobre la mitad del cuadro permitiéndole dividir al plano en tres tercios repartidos entre cielo, agua y arena. Mientras que la separación de estos dos últimos elementos se torna movediza y cambiante, la línea del horizonte se mantiene como un borde neto. Por más que la claridad del cielo la suavice, su filo se hace sentir. La inmensidad se reduce a escala humana frente al acto de pintar.
Los cielos que Beatriz pinta no son invitaciones a la morada de los dioses ni a la continuación us supra de la vida terrenal, muy por el contrario son cielos diáfanos que modulados ópticamente imponen una presencia dominante. Podríamos decir que si en el cielo pinta, en el agua dibuja. Allí aparece el trazo del pincel, movedizo y cambiante, que bosqueja la rompiente con toda su efervescencia. La espuma que se derrama infinitas veces sobre la playa posee la textura de una fina capa de hebras delicadamente dibujadas.
En el registro inferior, la arena y su tonalidad ocre definen el plano natural sobre el que se asienta la imagen. Contenida en su extensión, aparece por momentos limpia y suave, sin huellas humanas, pero en otros instantes, pequeños moluscos y algas nos anotician que sólo el agua ha pasado por allí. Esa misma arena que en otra época y lugar fue destinada a un circo para la lucha, aquí se proyecta como el elemento necesario que se desliza por el cristal de un reloj marcando un tiempo eterno.
Beatriz pinta con pasión la serenidad que transmite contemplar el mar. Ante sus obras, el sentimiento humano armoniza con la naturaleza transportándonos a lugares naturales de los que no quisiéramos regresar.
Julio Sapollnik
Passion and serenity
Marked from her birth by the sea, Beatriz Burmester was born very close to Cariló and lived in the city of Mar del Plata. Since those childhood times, the sea, the sand, the sky and the horizon line sealed her life. It is with that line that Beatriz begins her work. Contemplation stimulates to transpose the limit set by nature and invites us to yearn for different possibilit ...ies, painting thus evokes the desire to reach new horizons. To do this, she places it above the middle of the painting, allowing her to divide the plane into three thirds divided between sky, water and sand. While the separation of these last two elements becomes shifting and changing, the horizon line remains a clear edge. No matter how much the clarity of the sky softens it, its edge is felt. The immensity is reduced to a human scale compared to the act of painting.
The skies that Beatriz paints are not invitations to the abode of the gods nor to the us supra continuation of earthly life; on the contrary, they are diaphanous skies that, optically modulated, impose a dominant presence. We could say that if in the sky she paints, in the water she draws. There the brush stroke appears, moving and changing, sketching the surf with all its effervescence. The foam that spills endlessly on the beach has the texture of a thin layer of delicately drawn strands.
In the lower register, the sand and its ocher tone define the natural plane on which the image sits. Contained in its extension, it appears at times clean and soft, without human traces, but at other moments, small mollusks and algae warn us that only water has passed through there. That same sand that in another time and place was destined for a circus for fighting, here is projected as the necessary element that slides across the glass of a clock marking eternal time.
Beatriz paints with passion the serenity that contemplating the sea conveys. Before her works, human feeling harmonizes with nature, transporting us to natural places from which we would not want to return.
Julio Sapollnik
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